REFLEXIÓN ACERCA DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA CATÓLICA
He sostenido pláticas con personas cercanas a las que les tengo un gran aprecio, que me dejan reflexionando sobre lo que debo creer o no en términos de Fe y específicamente en cuanto a mi fe católica.
Sin decir nombres, una conversación es en cuanto a algunas prácticas como el yoga, constelaciones, reiki, etc., que el magisterio de la Iglesia te advierte no hacer porque puedes abrir puertas espirituales que no son precisamente las de Dios.
La segunda conversación es en cuanto a la fundación de la Iglesia que tuve con un amigo católico que negaba contundentemente que Cristo fundó una Iglesia.
La tercera con otro amigo también católico que me decía que el bautismo a niños es una manipulación total, ya que el bautismo es para personas que creen y deciden hacerlo.
Si bien mi intención con este escrito no es poner en debate ni demostrar lo contrario sobre las tres conversaciones que tuve, es importante señalar que si lo es resaltar la importancia del magisterio en nuestra vida como creyentes de una fe verdadera.
Se también, que cuando se habla de fe, a algunos no les gustará lo que escribo porque necesariamente va en contra de sus creencias, mas no es mi intención generar conflictos, sino compartir el como yo he vivido un proceso en el que hoy día veo con claridad la importancia de mi fe y si por ahí puedo ayudar a que alguien se acerque más a Dios, lo tendré como gratificante.
En primer lugar, tengo que decir que siempre he sido católico. Mis padres la tenían bien clara y me transmitieron los principios y valores que son propios de esta religión, sin embargo, a lo largo de mi vida, decidí vivir ignorando gran parte de algunos principios que me fueron heredados.
No daré detalles de esto, primero porque no es pertinente para el propósito del escrito y segundo, porque quien tiene que saberlo ya lo sabe (y si, es el sacerdote quien lo sabe y quien, a través del sacramento de la confesión para el perdón de mis pecados, me fueron perdonados). Sólo considero que es importante señalarlo, porque ha sido parte de un proceso que me ha llevado a pensar de manera muy distinta lo que vivía y pensaba con respecto a hoy.
¿Y que me llevó a tomar de manera más seria la religión?
Nunca dudé de la existencia de Dios, sin embargo, tampoco me cuestionaba lo contrario.
Nunca dudé de Cristo como personaje histórico, ni cómo es que Dios vino a redimirnos y a perdonar nuestros pecados, pero tampoco lo cuestioné nunca.
Todo esto siempre lo asumí como verdadero, sin cuestionarlo, ni preguntar nada que me llevara a profundizar en lo más mínimo.
Y yo me sentía bien, estaba bien. ¿Por qué tenía que preocuparme por cosas que definitivamente parecían irrelevantes en mi vida?… Dios es bueno, él no me va a castigar por algo que yo he disfrutado. Y con mis acciones no he afectado a nadie.
Estas son unas de tantas burradas que uno dice cuando quiere justificar sus gustos culposos y sus errores.
No es Dios quIen nos castiga, sino que nosotros al no aceptar libremente sus verdades, nos alejamos de él y por decisión propia nos condenamos.
Para empezar, porque no es Dios quien nos castiga, sino que nosotros al no aceptar libremente sus verdades, nos alejamos de él y por decisión propia nos condenamos.
Un día, en plena pandemia, acostado y disfrutando un rato de mi celular, me apareció un video sobre la evidencia del Jesús histórico que llamó mucho mi atención.
Resulta que era una escena de una película llamada “El caso de Cristo”, misma que fue sacada de un libro llamado igual de un periodista gringo llamado Lee Strobel, mismo que cuenta su historia.
En resumidas cuentas, él era un periodista ateo del Chicago tribune que tenía una familia en la que el ateísmo era lo primero. Un día en un restaurante su hija estuvo a punto de ahogarse y una señora cristiana les ayudó, salvándole la vida.
La esposa de Lee Strobel empezó a cuestionarse su ateísmo e inició una vida de Fe.
Esto a él le generó mucho rencor y enojo, al grado de utilizar sus habilidades periodísticas para destruir el cristianismo.
¿Que era eso que tenía que investigar para acabar con el cristianismo? Él se preguntó… y encontró que tenía que destruir el mito de la resurrección de Jesucristo. Como dice el apóstol Pablo, «Y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.«
Para no contar de más por si quieren verla, termino el relato de la película diciendo que Lee Strobel es ahora un gran defensor de la fe cristiana.
Para esto, yo no tenía en mente que realmente se podía demostrar la existencia histórica de Jesucristo, por lo que después de ver la película, compré el libro y me encantó.
Vaya embrollo en el que se metió Strobel, tratando de tronar una religión que tiene ya más de 2000 años y que muchas veces en la historia se le ha intentado destruir… y aquí seguimos, con alrededor de 1,400 millones de católicos y alrededor de 1,000 millones más de cristianos protestantes que finalmente salen del catolicismo en el mundo.
Lee Strobel no es católico, es protestante. Si algo admiro de los protestantes es ese ímpetu que tienen por hablar de Cristo, cosa que empiezo a ver en el catolicismo. Pero el punto es que se tomó bien en serio su trabajo y terminó demostrando tanto la existencia histórica, como la resurrección.
Las preguntas que nunca me hice, empezaron a llegar a mi mente.
- Si Dios existe, ¿Cómo puedo probarlo?
- Si existe y es bueno, ¿Cómo puedo saberlo?
- ¿Cuál fue el mensaje que Jesucristo vino a traernos?
- ¿Qué es el catolicismo?, ¿Que piensan los protestantes?
- ¿Qué es el hombre? ¿Para qué demonios me sirve saber que es el hombre?
- ¿Qué es la moral y la ética?
Y así es que poco a poco he ido investigando, estructurando y ajustando mi pensamiento y mi vida a nuevos conceptos que no conocía y a viejos conceptos que reafirmo o voy progresando en su entendimiento.
¿Por qué digo que voy adaptando mi vida y mi pensamiento a esto?
La respuesta es muy fácil, porque considero que es la verdad y la verdad se acepta con humildad, pero lo más importante, la verdad no se combate, porque si se combate, la realidad termina dándote los peores golpes que jamás pudieras haberte imaginado.
Y lo digo contundentemente, la religión verdadera es la católica. Me explico:
En Mateo 16, 18 – 19 Cristo le cambia de nombre a Simón llamándolo kefā (Palabra en Araméo que en griego significa Petro y en español es Roca) y le dice que sobre esa roca edificará su iglesia, además le da las llaves del Reino de los cielos y le dice “Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Dándole claramente una autoridad universal, misma que hoy conocemos como Papa.
Después de Cristo haber resucitado, en Juan 21, 15-17, Jesús le hace una pregunta a Pedro en un diálogo conmovedor:
- «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?». Le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que te amo». Él le dijo: «Apacienta mis corderos».
- Volvió a preguntarle: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?». Le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que te amo». Él le dijo: «Pastorea mis ovejas».
- Por tercera vez le preguntó: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?». Pedro se entristeció porque la tercera vez le preguntaba «¿Me amas?», y le respondió: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».
Reafirmando la autoridad pastoral que da a Pedro sobre todos los discípulos y sobre todos los que se adhieren a la Fe. Sobre todos los que conformamos la Iglesia.
Aclarando que en el texto se ve claramente que el pastoreo que Jesús pide a Pedro sobre sus ovejas y sus corderos viene del amor a Cristo, nunca del poder humano.
Ahora bien, cuando Jesús cambia el nombre de Simón a Pedro y funda su Iglesia sobre él, también le hace una promesa: “Sobre esta roca edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno jamás la podrán vencer”.
Lo que está haciendo Cristo aquí es darle infalibilidad a su iglesia contra los poderes del enemigo. De aquí se inicia la creencia en la infalibilidad papal que varios padres y doctores de la iglesia han defendido y definido (mas no creado, pues es Jesús quien lo crea), y cito algunos:
Dictatus Papae (1075, Gregorio VII):
«El papa no puede ser juzgado por nadie» (tesis 19).
«La Iglesia romana nunca ha errado» (tesis 22).
Santo Tomás de Aquino (s. XIII): Dice que el papa está protegido del error en cuestiones de fe (Suma Teológica).
Robert Bellarmino (s. XVII): Precisa que el papa es infalible solo al definir doctrinas ex cathedra.
Vaticano I (1870):
Define dogmáticamente la infalibilidad papal: «El pontífice romano, cuando habla ex cathedra (…) posee aquella infalibilidad de la que el Redentor quiso dotar a su Iglesia» (Const. Pastor Aeternus).
Condiciones:
- Debe hablar como pastor universal.
- Debe definir una doctrina sobre fe o moral.
- Debe tener la intención de obligar a toda la Iglesia.
Y la realidad es que, hasta el día de hoy, la Iglesia sigue profesando y evangelizando las mismas doctrinas desde hace más de 2000 años y no han cambiado. Argumento irrefutable del cumplimiento de la promesa de Cristo sobre su Iglesia.
En la historia de la Iglesia, hemos tenido buenos y malos pastores, sin embargo, en la misma, a los malos pastores siempre se les han señalado sus errores e incluso sus herejías o apostasías, como es el caso del Papa Honorio I (625-638) quien fue condenado post mortem por herejía al haber externado su opinión de manera ambigua sobre el monotelismo en dos cartas que le dirige al patriarca de Constantinopla Sergio I. La postura monotelista sostiene que Jesucristo tiene dos naturalezas, la divina y la humana, pero sólo tiene una voluntad, la divina. El Papa Martín I convocó el Concilio de Letrán (649) en el que esta postura se consideraba herética, pues si Cristo tenía 2 naturalezas, debía tener también 2 voluntades ya que la voluntad es propia de la naturaleza.
Así también, el Papa León X, promulgó la bula “Decet Romanum Pontificem” en la que se excomulgó a Martin Lutero, quien fue sacerdote agustino por haber sido autor de un sisma mediante herejía al negar autoridad del Papa, la infalibilidad de los concilios y estar en contra de doctrinas como las indulgencias, el purgatorio y los sacramentos.
Independientemente de que dentro de la Iglesia hayan existido personajes que le han hecho daño a la gente. La Iglesia es el depósito de la fe, de las verdades definitivas, mas no es la Iglesia quien las inventa, sino quien las administra y las guarda, pues quien se las reveló es Cristo.
Cristo es la cabeza de la Iglesia y la Iglesia es el cuerpo, es por eso por lo que es santa y al mismo tiempo es pecadora. Santa porque la cabeza es Cristo (El camino, la verdad y la vida) y pecadora porque la Iglesia es su cuerpo y esta Iglesia está formada por las personas que adherimos a esta fe, pero esas personas somos pecadoras, desde el Papa hasta la oveja perdida.
En Efesios 4, 4-6, el apóstol Pablo dice: «Un solo cuerpo y un solo Espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos.»
Aquí se ve claramente el llamado de todos a recibir en unidad la fe dada por Jesucristo. Una sola fe en una sola Iglesia, la fundada en Pedro cuya piedra angular es Cristo.
De aquí también se fundamenta el “Una Iglesia santa, católica y apostólica”:
Santa porque la cabeza es Cristo.
Una Iglesia porque se profesa una sola fe y todos los que la profesamos debemos creer en ella.
Católica porque es universal, de hecho, ese es su significado en español y hay que entenderlo así, porque ese fue el mandato que Jesús le dio a sus apóstoles en Mateo 28,19: «Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo«. Es decir, Jesús les pide a sus discípulos que hagan de la Iglesia universal. Pero no sólo visto desde una perspectiva externa o geográfica, sino también tiene una concepción interna, que se refiere a la universalidad plena del conocimiento de las doctrinas de Cristo.
Apostólica porque la apostolicidad es el fundamento de la autoridad evangelizadora de la Iglesia. Es garantía de unicidad. Como lo podemos ver en:
1. Hechos 1, 20-26 (Elección de Matías como sucesor de Judas)
«20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: «Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella»; y: «Tome otro su oficio». 21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección». 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, del cual cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar». 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles».
Hechos 6, 1-6 (Ordenación de los primeros diáconos)
«1 En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los helenistas contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: «No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra». 5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. 6 A estos presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos».
Efesios 2, 19-20 (La Iglesia edificada sobre los apóstoles)
«19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo».
¿Por qué es importante el magisterio de la Iglesia?
Y este último punto es el eje sobre el cuál estoy reflexionando en este escrito. El magisterio de la Iglesia católica es para mí, sin duda un reflejo del amor que Dios tiene por nosotros, y me explico:
- Dios crea al hombre a su imagen y semejanza.
- Dios nos ama a todos por igual.
- Dios quiere que todos nos salvemos, pero nos da libre albedrío, porque él quiere que nosotros libremente decidamos salvarnos.
- Dios nos da un camino de salvación y nos llama a la santidad.
- Para comunicarnos ese camino, Dios nos manda a su hijo que es Dios y es hombre verdadero, Jesucristo. Y él, nos da el ejemplo más perfecto sobre santidad. Estamos llamados a imitarlo. El apóstol Pablo en Corintios 11, 1 nos dice “Sed imitadores de mí, como yo de Cristo”.
- Jesucristo, después de elegir 12 discípulos y de prepararlos en la fe, funda su Iglesia y deja para nosotros un magisterio inicial.
- Este magisterio tras el mandato de ir a todas las naciones, se dispersan por el mundo y lo evangelizan haciendo crecer a la Iglesia de manera impresionante, incluso a pesar de que los primeros 4 siglos, el cristianismo fuera perseguido por el imperio Romano de una forma sangrienta.
- Estos apóstoles en el cumplimiento de su misión, eligen también discípulos para prepararlos en la misma fe, para que continúen así con esa misma función y les transmiten ese poder que Jesucristo les dejó, nombrándolos sacerdotes mediante la imposición de las manos.
- Esa sucesión apostólica que se da a través del sacerdocio y el obispado, que conforman el magisterio, ha mantenido intacta hasta hoy las doctrinas y enseñanzas que Jesús nos enseñó a pesar de todos los errores humanos que personajes específicos han cometido. Todos los fieles, seguimos creyendo en la misma fe. (Esto no implica que existen muchos católicos ignorantes de su fe)
- La autoridad que tiene el magisterio como lo mencionamos anteriormente, no proviene para nada del poder humano, sino del amor a Cristo.
- El magisterio de la Iglesia no es una institución hecha por el hombre. Es una institución fundada por Cristo para guiarnos a él, que cuenta con su promesa de nunca ser vulnerada por los poderes del infierno.
- Hasta el momento, como ya lo comenté anteriormente, desde su fundación en la que Cristo da las llaves del cielo a Pedro, primer Pastor universal de la Iglesia (Papa), hasta el día de hoy, en el catolicismo se profesa el mismo credo, los mismos sacramentos, la misma fe, incluso a pesar de muchos malos pastores (sacerdotes, obispos, cardenales y papas) que hemos tenido. Eso no puede ser, mas que el argumento más sólido que prueba el cumplimiento de la promesa que Cristo le hizo a su Iglesia.
Toda esta argumentación, a mí me lleva a concluir algo y es:
“A ese magisterio tengo que creerle”.
¿Por qué debo creerle al magisterio de la Iglesia?
Porque estoy en la Iglesia cuyo Dios fundó personalmente en la que la cabeza es Cristo y nosotros somos su cuerpo. Ninguna otra religión (con excepción del judaísmo) en la historia de la humanidad ha sido fundada por Dios. Por tanto, toda otra religión es falsa.
El Judaísmo no fue falso, sin embargo el día de hoy sigue esperando a ese salvador que ya llegó y que demostró serlo, por lo que no es la religión verdadera, aunque aún esperamos su conversión al cristianismo.
Porque la fundación de la Iglesia, se da en la roca que es Pedro, pero también y principalmente se da en la doctrina que Cristo nos da que se basa en el amor bien entendido que Dios tiene hacia nosotros y que nos pide imitar y no así del poder humano.
Porque aunque un representante del clero enseñe mal o actúe mal, nosotros podemos ir a ese depósito de nuestra fe, reconocer el error e incluso denunciarlo (Claro está, que para esto hay canales y procesos adecuados).
Porque la historia de la Iglesia es irrefutable, iniciando con San Pedro quien fundó la Iglesia en Roma y murió siendo crucificado, pero que, en total humildad pidió que esto fuera de cabeza al no sentirse digno de morir como lo hizo nuestro señor Jesucristo. De ahí en adelante, le sucedieron 30 Papas quienes después de árduo trabajo durante su pontificado, lograron la conversión de miles de fieles, el nombramiento de muchos sacerdotes y obispos, fueron perseguidos por el imperio romano y murieron también sufriendo el martirio por defender la fe en contra de la herejía.
Porque desde su existencia y a través de los años, el depósito de la fe no ha cambiado.
¿Y entonces como es que debo actuar?
Es normal, derivado de nuestra imperfección y limitación, que como seres humanos padecemos, que halla cosas que no entendamos y las cuestionemos, sin embargo, es necesario que no nos desbordemos y actuemos con humildad y prudencia.
Pretender saber más y entender más que el experto se le llama soberbia y esto es pecado. Recordemos que este magisterio fue fundado e instituido por Jesucristo para ser rectora en materia de moral y fe de todos sus fieles, pero además, bajo la promesa de ser guiada por el espíritu santo para que no caiga en el error.
Cuando no entendemos algo o no nos parece razonable, en lugar de actuar con soberbia, debemos ser cautos y preguntarnos ¿Porque es que la Iglesia nos dice eso? y entonces poner a nuestras dos facultades del alma a trabajar (la voluntad y pensamiento), dirigiendo a nuestra voluntad para entender el porqué de lo que se nos enseña y no al revés tratando de refutar lo que el experto nos dice.
Creerle a la Iglesia no es y no debe ser visto como un suicidio intelectual como muchos dicen. Creerle a la Iglesia es creerle a Cristo, sin más.
Entonces cuando la Iglesia nos dice que no debemos practicar yoga, por ejemplo, no es porque nos quiera controlar, sino por los riesgos espirituales que la persona que lo practica conlleva al ser una práctica cuyo origen fue adorar a los demonios. ¿Qué sentido tiene no creerle a la Iglesia? Sobre todo, cuando existen muchas otras opciones para ejercitar nuestro cuerpo.
Reflexiones finales
En definitiva, el magisterio de la Iglesia ha ido a través de los años facilitando la salvación de nuestras almas en términos de entender y conocer nuestra religión.
A lo largo del tiempo, a través de concilios, el magisterio ha ido definiendo una gran variedad de dogmas de fe.
Un dogma de fe es una verdad respecto de lo que debemos de creer y estos se van conociendo a través de la revelación que nuestro señor Jesucristo dejó a sus apóstoles y se han ido comunicando a través de la comunicación oral.
Un dogma de fe no es algo que de repente se le ocurrió al Papa, así no funciona. Son creencias que el cristiano siempre ha creído, en los que de repente surge una creencia distinta (herejía) que se empieza predicar incluso por sacerdotes católicos (como el Arrianismo), entonces el magisterio ve la necesidad de fijar postura, por lo que convoca a sus obispos a un concilio en el que se discuten las distintas posturas a la luz de la tradición apostólica y la Biblia, llegando así al perfeccionamiento del conocimiento con respecto a esa creencia y entonces se define el dogma.
Cabe señalar que una vez discutido en el concilio y declarado como dogma, este ya no vuelve a discutirse. Ya la Iglesia tomó una decisión y así es como se debe creer.
Son varios dogmas los que se han definido, como lo son la santísima trinidad, el credo, los sacramentos, la Inmaculada concepción de María, etc.
Estos dogmas dan el conocimiento a los creyentes de su fe.
Esto es tan increíble que uno como persona no tiene que estar tratando de entender toda la revelación dada, puede uno dedicarse a lo político, a lo social, a lo familiar, incluso a lo personal sin quemarse el coco tratando de entender lo que significa y lo que es nuestra religión.
Y no me malinterpreten, pues no estoy diciendo que no debemos profundizar sobre nuestra fe. Es más, enfatizo en la obligatoriedad de los católicos de conocerla y profundizar en ella. Lo que quiero decir es que existe, existió y existirá mucha gente que por las necesidades materiales que se tienen al vivir (comer, dormir, etc.) luego no tienen tiempo para esto y eso no las exenta de su salvación, ya que, conociendo los dogmas, amándolos, viviéndolos y respetándolos puede alcanzarla. Claro está, todo esto en el juicio que Jesucristo hace al final de nuestras vidas.